jueves, 24 de mayo de 2012


El período de inicio en las instituciones del Nivel
Inicial

El período de inicio en las instituciones del Nivel Inicial

Un nuevo ciclo lectivo comienza, y con él las expectativas: ¿Cómo serán los chicos este año? ¿Cómo nos llevaremos con las familias? ¿Qué proyectos desarrollaremos? ¿Cómo haremos intervenir las prescripciones curriculares en este contexto particular que es nuestra institución? ¿Cómo enseñaremos más y mejor?... y tantas otras preguntas que movilizan a las instituciones de educación inicial. Analizar interrogantes y respuestas en equipo dará mejores probabilidades para el diseño de situaciones de enseñanza que provoquen aprendizajes de calidad en nuestros alumnos. Cuando una familia inscribe a un niño en una institución educativa de Nivel Inicial no lo hace a una sala o a una maestra determinada. Si bien la responsabilidad de la conducción de los procesos de enseñanza para un grupo de alumnos está asignada desde la Dirección, a un docente determinado, el niño es alumno de la institución. Por eso es necesario que al recibirlos, desde el primer día, esté visible un equipo de trabajo, conformado por distintos actores institucionales que desempeñan tareas diferentes pero que tienen de sí mismos una representación de grupo. En un equipo todos los integrantes son necesarios, porque todos pueden aportar al mejor logro del objetivo común: la educación de los alumnos que inician su trayectoria en el Sistema Educativo Provincial. Los equipos de trabajo que fomentamos son aquellos en los que la tarea educativa es el centro, en los que todas las acciones que se planifican, se desarrollan y se evalúan están pensadas en función de la enseñanza para la primera infancia. La implementación de políticas de corte neoliberal que en el pasado reciente han tenido vigencia en nuestro país han producido efectos que van más allá de lo económico, dejando profundas huellas en las comunidades de las que las escuelas forman parte. Aun cuando las actuales políticas públicas tienen un rasgo diferente y el papel asignado al Estado también lo es, algunos de los efectos sociales y culturales producidos perduran, provocando contradicciones entre las culturas institucionales que permanecen y las que deseamos construir para poder educar a las nuevas generaciones en cuestiones tales como la solidaridad, la construcción colaborativa, la ampliación de los derechos de todos y la asunción de responsabilidades. En un modo de funcionamiento social en el que el individualismo, la meritocracia y la exclusión se han vuelto habituales, es necesario que revisemos estas prácticas que se vuelven obstáculos al momento de intentar, paciente y obstinadamente, construir formas colectivas de asumir las tareas. Planificar, ambientar los espacios, organizar los tiempos y los materiales para las primeras actividades, recibir a los alumnos y sus familias, lograr una organización administrativa al servicio de lo pedagógico, pensar las maneras de obtener información diagnóstica, anticipar quiénes y cómo harán el soporte para el ingreso de los niños en los primeros días; son algunas de las tareas institucionales propias del período de inicio que deben realizarse de manera colaborativa y planearse en el equipo constituido por directores, secretarios, maestros, profesores especiales, miembros de los equipos de orientación escolar, preceptores y auxiliares.

El período de inicio es una oportunidad propicia para analizar y tomar algunas decisiones que marcarán el rumbo del año escolar. Es un momento en el que la identidad institucional se muestra y se pone en alerta, porque es propio de las organizaciones de la sociedad transmitir algunos aspectos de su legado y al mismo tiempo abrir las puertas para recibir y acoger transformaciones. En otras palabras, este es una ocasión adecuada para resolver cuánto y qué de la historia institucional se mantendrá vigente y también de qué modo la institución se abrirá al cambio. Esta apertura no implica sólo mostrarse, sino fundamentalmente dejarse transformar cuando esto signifique una mejor articulación con la comunidad, una participación de mejor calidad de las familias y una mejor manera de enseñar el mundo a los alumnos. Será necesario encontrar entre todos el equilibrio preciso para que los modos habituales de hacer no sean un obstáculo para entender las nuevas demandas, entre lo que se aprendió y lo que se necesita seguir aprendiendo. Una cuestión que debe revisarse es la reducción horaria que se establece para la permanencia en el jardín de los niños con escolaridad anterior. Esto no siempre dependerá de la edad de los chicos: si un niño de tres años ha concurrido a jardín maternal o a alguna otra institución de carácter asistencial o recreativa, seguramente no necesitará tiempos especiales para desprenderse con seguridad de sus familias. Lo que necesitará serán propuestas pedagógicas creativas, integradoras, que inviten a la acción para conocer y que estimulen el deseo de permanecer en el jardín. Es necesario invertir el modo de organizar las propuestas didácticas para este período: no deberíamos proponer actividades para que los niños permanezcan dos horas y se retiren, sino actividades suficientes e interesantes para la permanencia durante el horario completo para todo el grupo. De esta manera, podemos estar seguros que quienes requieran realmente un horario reducido por un corto tiempo podrán tenerlo, y quienes están en condiciones de compartir desde los primeros días todo el horario escolar también. Entre las propuestas para recibir a los niños es indispensable que, desde el primer día de clases, el juego esté presente. Una de las cuestiones principales sobre las que debemos educar a los alumnos en el jardín es acerca de la libertad de elección, la posibilidad de conocer diferentes opciones y elegir con criterio propio lo que se desea. Si consideramos ambas necesidades, es una estrategia muy valiosa el recibir a los chicos, de cualquier sección del Nivel Inicial, con escenarios de juego que muestren de manera incitante los materiales con los que se podrá jugar, solo o con otros, pares o adultos. Como repertorio de ideas, invitamos a todos los docentes a revisar el video de Juego en Sectores para la sala de dos años y el material escrito, publicado en el sitio de Educación Inicial en el botón “Ideas para el aula”. Asimismo debe recordarse que conformar un grupo, sentirse parte integrante del mismo requiere de un tiempo prolongado, en particular para los niños que ingresan por primera vez a la institución. Por lo tanto, se deben propiciar situaciones que permitan a los chicos interactuar con otros, en pequeños grupos, de manera de facilitar el conocimiento mutuo y la comunicación. Se deben evitar propuestas de grupo total (como las rondas de intercambio) que exponen a los niños a hablar frente al resto de sus compañeros cuando aún no se ha construido la confianza básica para tal empeño. Esto no significa no ofrecer situaciones, como lectura de cuentos o juegos grupales, donde los niños libremente puedan decidir participar. Es necesario que la libertad de elección se trabaje desde los primeros días, cuando al ambientar los espacios institucionales se tenga en cuenta qué objetos culturales se pondrán a disposición de los niños: obras literarias, plásticas, musicales, títeres, entre otros; todas las elecciones que el equipo institucional realice, en este sentido, van conformando una estética que se enseña y que se vive. Estas decisiones deben permitir elecciones de los chicos basadas en el conocimiento.

Otra de las características de los tiempos que corren, que tiene impacto en la escuela, es la inmediatez. Para estar “a tono con los tiempos” se espera que las respuestas sean inmediatas, que los problemas encuentren rápida solución y que los aprendizajes se produzcan instantáneamente. Esto hace que muchas veces no se tenga en cuenta, al organizar la enseñanza, que es necesario dar tiempos diferentes según la complejidad de los aprendizajes que se pretenden y de acuerdo a los sujetos que intervengan en la relación pedagógica. Este dar tiempo tampoco debe ser pasivo, no se trata de que el docente esté simplemente a la espera, como si nuestros parámetros de enseñanza continuaran en consonancia con las teorías madurativas de aprendizaje. El dar tiempo para aprender implica una atención intensa de quien enseña, para poder hacer intervenciones que ayuden a los chicos a pensar el mundo y apropiarse de él. En el plano institucional, es necesario que los tiempos también sean pensados y resueltos entre todos, ya que el período de inicio debe ser planificado, las alternativas sopesadas, los propósitos considerados y las estrategias consensuadas; para hacer de ese lapso un tiempo propicio para los aprendizajes de los chicos. La inmediatez que se le demanda a la escuela no debería ser abordada improvisadamente; el riesgo es perder de vista los propósitos y la profundidad en la enseñanza. Volvemos a resaltar la importancia de que sea un equipo el que reciba a los alumnos y a sus familias, ya que la compleja tarea de enseñar en la primera infancia requiere de miradas y actores diversos, que puedan integrarse aun con diferencias y matices; para recibir a los niños y comenzar desde el primer día un recorrido didáctico que los lleve lo más lejos posible en el camino de conocer.

Uno de los problemas que enfrenta el Nivel Inicial en los últimos tiempos es la irregularidad en la asistencia de los niños a clase. Esto constituye en obstáculo para la continuidad de los aprendizajes y para la conformación activa de los grupos. La sensibilización de las familias en este sentido debe comenzar también en éste período: es necesario que los adultos responsables de la concurrencia de los alumnos al jardín tengan conciencia clara de la importancia de cada día de clase. Pero también es necesario que los docentes revisemos algunas prácticas instaladas que, en definitiva, van en desmedro de nuestro trabajo, por ejemplo cuando se afirma: “bueno, si llora llévelo de vuelta a casa”, “si no puede venir a retirarlo a las 10 hs, que termina el horario del período de inicio, es mejor que no lo traiga”, “hoy la maestra de su hijo no viene, si quiere lo deja y si no lo puede llevar de vuelta”. Estas frases, de escucha común en algunas instituciones, lejos de valorar el tiempo de concurrencia al jardín como un tiempo en que se enseña y se aprende, lo desvaloriza sobremanera, creando la idea de que un día de clase es alternativo, que todo se puede recuperar en otro momento y que las experiencias que ofrece el jardín no tienen demasiada importancia.

Por lo tanto, para poder delimitar el problema y encontrar formas de abordarlo, es necesario que el equipo institucional discuta sobre los efectos que el mismo causa y busque estrategias que se sostengan entre directores, secretarios, maestros y preceptores para revertirlo. Invitamos a todos a hacer un sencillo ejercicio estadístico revisando los porcentajes de asistencia media de los alumnos durante el año pasado, sin naturalizar algunas explicaciones tales como “en invierno la asistencia media siempre baja” o “en este jardín la población es golondrina y por eso los chicos faltan tanto”. Si, como suponemos, la estadística institucional coincide en demostrar guarismos cercanos a la estadística provincial para el Nivel, será necesario pensar estrategias que incluyan la reflexión de docentes, familias y otros agentes comunitarios (de salud, por ejemplo, si hiciera falta) para trabajar la idea de que el comienzo del jardín es el inicio del trayecto educativo formal y sistemático, y que se aprende más y mejor cuando las interacciones con otros alumnos, con los docentes y con el conocimiento no son interrumpidas asiduamente.

El Director General de Cultura y Educación, Prof. Oporto, refiriéndose a esta cuestión señala: “(…) Incluir implica garantizarles a todos el ingreso. Eso nos desafía – a todos los niveles del Estado- a lograr que desde los tres a los cinco años todos los niños hagan la Educación Inicial y quebrar esa desigualdad de origen (…) Cuando un chico no va a la Educación Inicial es probable que fracase en el primer grado de la escuela primaria. (…) Para nosotros, los educadores, incluir es enseñar, incluir es que el alumno aprenda; no es la permanencia en la escuela, no nos contenta que alguien pueda estar en la escuela si abandona el aprendizaje. Creemos que es el aprendizaje el que lleva a la inclusión social; aprendizaje de calidad, aprendizaje igualitario de calidad”.

Como docentes nos corresponde la responsabilidad social de asumir este compromiso: la inclusión nos exige propuestas de enseñanza para que todos los niños del Nivel Inicial aprendan. Para eso será imprescindible continuar con el fortalecimiento de la tarea de enseñar, que incluye obviamente los acuerdos previos de la planificación (cómo enseñaremos los contenidos que el diseño curricular prevé) y el proceso de evaluación de nuestras prácticas de enseñanza. Se hace necesario saber cuáles son los efectos reales de las actividades propuestas y de las intervenciones del docente, cuáles son los aprendizajes que efectivamente se han producido para hacer los ajustes necesarios en las propuestas didácticas. Evaluar se hace imprescindible porque provee información sobre el funcionamiento de las acciones de enseñanza y permite reorientarlas y hacer los ajustes necesarios para avanzar hacia el cumplimiento de los propósitos planteados. Estas acciones, como ya se señaló, no pueden ser individuales sino que todos los docentes de la institución deberían conformar equipos en los que se promuevan instancias de reflexión acerca de las previsiones didácticas y sobre las prácticas reales de enseñanza, para mejorarlas. Por eso decimos que este compromiso adquiere sentido si es colectivo. El desafío es hacer del jardín una comunidad educativa y reconocer que su principal objetivo es la enseñanza y el aprendizaje que tienen la especificidad de construirse en interacción.


Dirección Provincial de Educación Inicial



Este artículo me pareció adecuado para compartir ya que considero que se relaciona con la situación problemática elegida y aporta aspectos que son interesantes a ser tomados en cuento:

Es adecuado y necesario dar cuenta de que en una sala no nos encontramos con niños que son todos iguales, no todos necesitarán el mismo tiempo para adaptarse a ese nuevo espacio y esto va a estar relacionado a un montón de aspectos, tales como, si el niño ya tuvo alguna experiencia previa relacionada a adaptarse a un nuevo contexto, si las propuestas brindadas son de su agrado, si les llama la atención, es importante tener en cuenta los juegos ya que en estas edades es significativo jugar, entre otros.

Con respecto al tiempo que dura una adaptación, no se puede hablar de tiempos cortos o muy largos ya que cada niño necesitará un tiempo en particular para poder integrarse a ese nuevo espacio. Los docentes deben pensar qué actividades presentar, qué juegos, cuáles serán los propósitos a trabajar, los contenidos a abordar, es decir, debe estar este período bien pensado y planificado con el objetivo de que se logre adaptar al niño de una forma adecuada, respetando sus tiempos pero para ello, será necesario que los chicos concurran al Jardín todos los días ya que las experiencias que se ofrecen son importantes. Es un espacio donde se lleva a cabo la enseñanza y el aprendizaje de una forma que no se da en otros ámbitos, debido a que, el jardín es el inicio del trayecto educativo formal y sistemático,  se aprende más y mejor cuando las interacciones con otros alumnos, con los docentes y con el conocimiento no son interrumpidas.


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